Como cuarta línea, pese a su relevancia entendemos que sólo puede ser bien trabajada una vez que las anteriores han sido puestas en marcha. Salvo excepciones, para una adecuada comprensión de la propia lengua y de la literatura, así como del complejo mundo de las matemáticas, son necesarias ciertas condiciones y sólo pueden aprenderse -y disfrutarse- tras haber adquirido una serie de capacidades. Primero, es realmente difícil estudiar lengua o matemáticas con el estómago vacío. Y segundo, salvo talentos naturales, su aprendizaje tampoco es posible sin desarrollar una cierta capacidad de concentración o memorización y sin haber trabajado un mínimo de tolerancia a la frustración ante los errores intrínsecos a cualquier proceso de aprendizaje. Por este motivo las colocamos en cuarto lugar después de pasar por la experimentación autónoma a través del juego, los cuidados afectivos y materiales, y el contacto con la expresión artística.


En el entorno en que nos ubicamos, de nuevo, no hay mucha posibilidad de acceso a material de lectura o estudio. No hay librerías, ni bibliotecas, y una parte muy importante de la población escribe y lee con dificultad. Por este motivo uno de los principales objetivos en esta línea de trabajo es permitir el acceso a material de estudio y, en la medida de lo posible, integrarlo en el día a día de la comunidad porque obviamente es muchísimo más fácil y natural que las niñas y adolescentes se interesen por la lectura si han visto a sus mayores practicarla. Se hace prioritario, pues, dotar al espacio de la ELE de una pequeña biblioteca con material infantil y para adultas.
El método de trabajo en la línea de lenguaje y matemáticas, por circunstancias y contexto, adopta una forma lúdica de aproximación a las materias, sobre todo en sus estadios más iniciales, y el componente oral en el apartado del lenguaje adquiere una especial relevancia.